El evangelio confronta nuestra cultura y todas las culturas.
El mensaje de la cruz es locura para los que se pierden; en cambio para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es poder de Dios.
1 Corintios 1:18
¿Por qué el evangelio parece una locura? Porque el evangelio confronta nuestra cultura, y a todas las culturas. Un salvador que muere en una cruz como un criminal es una locura aquí y en la China. Es una contradicción, un escándalo, es ofensivo. Pero Jesús salva a través de esta locura.
Compartir un mensaje tan contracultural con el mundo siempre va a ser difícil, porque siempre tendremos un elemento de confrontación, un choque de trenes, entre la forma de ver las cosas del no creyente y la de Dios. Y necesitamos que Dios nos ayude a resistir la tentación de evitar la confrontación, ya sea suavizando el mensaje o saltándonos las partes más difíciles y menos populares. No podemos avergonzarnos de Dios y del evangelio.
¿Es algo con lo que luchas? Posiblemente sí, porque la Biblia nos advierte a menudo sobre esto. Luchamos con la tentación de cambiar lo que Dios nos pide, para que nuestra vida se parezca más a la de los no creyentes con los que convivimos. Somos tentados a hacer que nuestros valores se parezcan a los de nuestra generación. Todos lo hemos vivido, todos hemos sentido esa presión, esa tensión. “Orad sin cesar, para que no caigáis en tentación”, dijo Jesús.
Si olvidamos partes del evangelio, o las escondemos, seremos irrelevantes. Pero si tenemos una comprensión errónea de la confrontación, o un énfasis único en la confrontación seremos también irrelevantes.
Una buena forma de resumir la relación entre el evangelio de Jesús y la cultura es usando un concepto al que Daniel Strange denomina: “CUMPLIMIENTO SUBVERSIVO”, que viene a decir que el evangelio es el cumplimiento subversivo de todas las culturas.
El evangelio trastorna a la vez que cumple, y confronta a la vez que conecta.
Trastorna porque confronta, deshace y desarma nuestras historias llenas de ídolos. Nos desafía a cambiar la forma de ver el mundo, a abandonar nuestros ídolos porque son inútiles y dañinos. Nos invita al arrepentimiento y a creer una historia mejor, la de Jesús crucificado.
Cumple porque conecta, sanando y saciando nuestros deseos y esperanzas. El evangelio sana nuestros deseos y esperanzas retorcidas por el pecado y nos da deseos y esperanzas renovadas, y las sacia.
El evangelio cumple y trastorna al mismo tiempo. ¿Qué te cuesta más? ¿Conectar o confrontar?
Muchas veces nos cuesta la confrontación porque está relacionada con los ídolos de nuestro corazón, que se parecen mucho a los de nuestra generación. Queremos conectar, ser aceptados (a veces, incluso a costa del evangelio). Y debemos arrepentirnos, y darnos cuenta de que el evangelio es también para nosotros el cumplimiento subversivo.
Necesitamos pensar en las historias que nuestra cultura nos cuenta y en los temas que nos proponen. ¿Qué buscan los estudiantes y los profesionales de nuestra generación? ¿Cómo lo confronta el evangelio y cómo se conecta con él? ¿Cómo lo trastorna y lo cumple Jesús crucificado? ¿Cómo podemos mirar y leer nuestra cultura con las gafas del cumplimiento subversivo?
Hay ídolos sociales que dan forma a las culturas, relatos pecaminosos dominantes en los que las personas nos apoyamos y tenemos que detectarlos. Tenemos que captar sus valores fundamentales, su historia, su atractivo y cómo han dado forma a la cultura. Y no solo eso, tenemos que discernir espiritualmente nuestra cultura. Tenemos que aprender a recontar la historia de nuestra generación desde el evangelio.
Voy a proponer un esquema, que nos puede ayudar en esta tarea. No es una fórmula mágica, pero sí una buena estructura para apoyarnos: El método del cumplimiento subversivo – Basado en Hechos 17 que consiste en conocer, desafiar y volver a contar la historia:
1. Conoce la historia
¿Cuál es la narrativa dominante? Identifica los ídolos (vs. 22-23).
Puede ser consciente o subconsciente, pero debemos discernir cuál es la narrativa dominante. Tenemos que entrar y explorar la cultura, estar presentes, observar, mirar, escuchar con paciencia, evitar hacer caricaturas y conclusiones simplistas. Ser empáticos, hacer muchas preguntas y esforzarnos en mostrar gracia. Debemos entender sin prescribir.
Algunas preguntas que podemos hacernos:
¿Cuál es su historia? vivimos a golpe de clic, y se nos exige tener opinión y estar posicionados al instante. Necesitamos la perspectiva que nos da la historia. Para entender lo que pasa hoy, necesitamos rebuscar en el pasado.
¿Cuáles son sus valores? (sus “tesoros”, lo que más valoran)
¿Cuáles son sus anhelos?
¿Cuáles son sus miedos? (La clave para IDENTIFICAR los ídolos es seguir las pistas de los miedos y los anhelos. Si los conoces, podrás desafiarlos y traer las reconfortantes verdades del evangelio)
¿Cuál es su espíritu? Cuando juntas la historia, los valores, los anhelos, los miedos, puedes identificar los ídolos que forman los cimientos de la cultura. Puedes discernir cuál es el espíritu que impulsa la cultura y cuál es la narrativa dominante.
2. Desafía la historia
Tenemos que desestabilizar la narrativa. Después de identificar los ídolos que forman los cimientos de una cultura, hay que confrontarlos. Los desafiamos y nos colocamos para volver a contar el relato, pero esta vez como “la historia mejor del evangelio”. Si no desafiamos la narrativa de nuestra generación, no abandonarán sus ídolos, sino que mezclarán a Dios con sus ídolos.
Este es el paso más difícil para la mayoría, ayudar a las personas a pensar en sus ídolos culturales. ¡PROBLEMA! ¡Estamos ciegos a nuestros propios ídolos!
¿Qué ídolos tiendes a adorar? ¿Qué ídolos tiene a adorar tu generación?
Como veíamos, nuestra idolatría está íntimamente relacionada con la de nuestra generación. El proceso nos debe desestabilizar también a nosotros. Hay historias que nos hechizan y que tienen hechizada a nuestra cultura, pero son historias venenosas, son cisternas rotas que nos matan mientras bebemos de ellas.
¿Qué hacemos para despertar a nuestra generación del hechizo? La clave para desenmascarar a los ídolos es ponerlos a la luz y mostrar que no liberan, sino que destruyen. ¿Qué hacía Jesús? Identificaba los ídolos y los desafiaba llamando a las personas a abandonarlos para seguirle a Él.
Tenemos que mostrar a las personas las promesas vacías de sus ídolos. Cómo sus anhelos originales, puestos por Dios en la creación, han sido retorcidos, y cómo esos anhelos no caben en sus historias culturales.
Debemos plantear preguntas profundas que muestren cómo estos relatos culturales no cumplen las promesas que nos hacen: no son verdad, no son buenos, no son bellos y no tienen poder.
Algunas preguntas:
- ¿Qué tal te va con eso?
- Me interesa mucho saber… ¿por qué te resulta tan atractivo?
- Si tienes tiempo y ganas, ¿me dejas contarte por qué creo que no es la mejor forma de verlo?
No es una tarea fácil, requiere trabajar duro, amar de verdad, ser vulnerables, dolor… Y no es una tarea sólo intelectual, no es un análisis sociológico. Desestabilizar y desafiar a los ídolos es algo esencialmente espiritual. Identificar ídolos y ponerlos a la luz es en primer lugar una batalla espiritual que implica discernimiento espiritual ¡Y tenemos que pedirlo!
A Pablo le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos, sentía angustia espiritual. Y no fue el primero, Jesús lloró al ver Jerusalén y su cultura tan alejada de su propósito. ¡Qué revelador! en el centro del cristianismo tenemos un Salvador que lloró por una ciudad y una cultura que amaba. Jesús estaba ligado emocionalmente y espiritualmente a su cultura. Jesús nos muestra la carga que Dios tiene por las culturas.
¿Nos conmovemos por la situación espiritual y moral de nuestra generación?
A menos que sintamos esa sensación de angustia que sintió Pablo, de incomodidad espiritual, todo lo que digamos sobre los ídolos serán palabras huecas.
Tenemos que estar dispuestos a pagar el precio de la participación espiritual, como Jesús en Jerusalén y Pablo en Atenas. Con sudor, con dolor en el alma y con lágrimas en los ojos.
Para profundizar en el punto de confrontar a los ídolos, podemos ir a 1 de Reyes 16-19 y encontrarnos con Elías en el monte Carmelo.
Baal era el Señor de la lluvia, el trueno y la fertilidad. Las culturas mesopotámicas, dependientes de la tierra, el clima y la agricultura hicieron de la lluvia y la fertilidad sus dioses. ¿Cuáles son los ídolos de occidente? Cultura del Bienestar, cultura de la ciencia y la tecnología… Además, los ídolos de Israel eran los mismos que los de su entorno y su generación. Recuerda que nuestros ídolos están íntimamente relacionados con los de nuestra generación y nuestra cultura, así que al desafiarlos, nos veremos también desafiados nosotros en primer lugar, ¡nos tiene que doler!
“Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te juro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene”. 1 Reyes 17:1
¿Vais a adorar al dios de la lluvia? pues vamos a ponerlo a prueba, a ver si os da lo que promete.
“¿Hasta cuándo vais a seguir indecisos? si el Dios verdadero es el señor, debéis seguirlo; pero si es Baal, seguidle a él”. 1 Reyes 18:21
Elías pone a prueba a Baal, lo desafía, quiere que el pueblo vea el fraude. ¡Baal no puede dar lo que promete! Pero no solo eso. Además de ser sordo, inutil y mentiroso, Baal es también dañino, exige sangre, se alimenta de nuestra vida, tiempo y energía. Los ídolos son sanguijuelas, vampiros, parásitos, nos chupan la sangre. ¡Qué distinto es Jesús! que da su vida, su sangre, su energía por nosotros. Después de mostrar a la gente que los ídolos no son buenos, que no dan lo que prometen, hay que mostrar que son malos, que hacen daño. Y mostrar el contraste con Jesús, que sí da lo que promete, y sufre el daño por nosotros.
Por último vemos las consecuencias para Elías de desafiar a los ídolos, Elías está en medio de una batalla espiritual.
3. Vuelve a contar la historia
El evangelio no se carga la narrativa cultural, sino que la completa. Una vez que la ha identificado y desafiado, hay que contarla de nuevo.
Presentar una historia mejor, una nueva manera de ver el mundo basada en la vida, encarnación, muerte, resurrección y ascensión de Jesús.
El evangelio tiene una historia mejor para todas las cosas porque al igual que el pecado, afecta a todas las cosas, las eternas y las presentes.
Predicamos a Cristo crucificado, sí, pero siempre dentro de una historia específica, respondiendo a preguntas específicas, esperanzas concretas, anhelos concretos. Siempre confrontando y siempre conectando. Nos unimos al trabajo del Espíritu Santo mostrando la belleza, la verdad, la bondad y el poder del evangelio de formas concretas.
Este artículo escrito por Jose Daniel Marín pertenece a la sección de Evangelización y Misión de Grupos Bíblicos Unidos. Puedes econtrar el artículo en su página web.